La piel, formada por varias capas de células que protegen nuestro cuerpo, es mucho más fascinante de lo que imaginas. La cosmética se centra en el manto hidrolipídico, su parte más externa. Mantener el delicado equilibrio entre moléculas solubles en agua y los lípidos que habitan en está película, debe ocupar uno de los lugares más altos en nuestra lista de prioridades si lo que buscamos en una piel saludable.
¿Qué es el manto hidrolipídico?
La película hidrolipídica (también conocida como manto ácido) es una capa diminuta que recubre casi toda nuestra piel. Su composición es de aproximadamente un 95% de sebo y el 5% restante de agua.
La parte “grasa” se encarga de regular la evaporación del agua mientras que la función principal de la parte acuosa es la de mantener la hidratación de la superficie cutánea.
Esta potente barrera también previene la infección por microorganismos y aporta a nuestra piel nuestro olor característico, algo así como nuestra huella olfativa.
¿Qué ocurre cuando el equilibrio se rompe?
Antes que nada, veamos la composición de lípidos y su función en el film hidrolipídico, que difiere de la composición de lípidos en la epidermis:
- Triglicéridos (30-50%) Evitan la sequedad de la piel.
- Ácidos grasos (8-16%) Actúan como cemento entre las células.
- Ceras (1-2%) Ayudan a mantener la piel limpia y son un componente clave sobre todo en la lucha contra los microorganismos.
- Escualeno (0,5-1%) Recientes estudios indican un rol importante en la protección contra los rayos UV y la reducción de la perdida de agua por evaporación.
- Colesterol y derivados (35-45%): Tienen un papel fundamental en la estructura y en la función barrera de la piel.
Cada uno de ellos tiene un rol muy específico y vital para la funcionalidad y salud de la piel. Un desequilibrio en el film hidrolipídico puede desencadenar un sinfín de problemas cutáneos, como sequedad, sensibilidad, acné e inflamación. La piel seca y escamosa es, quizá uno de los signos más frecuentes de una barrera lipídica debilitada, ya que esto hace que la piel pierda su capacidad para retener la humedad. Otra señal común de que algo no anda bien en tu manto ácido es padecer de una piel sensitizada. Cuando la función barrera de la piel deja de trabajar adecuadamente, los agentes externos (como irritantes, bacterias, virus etc.) pueden penetrar más fácilmente en ella, provocando irritación e inflamación.
¿Sabías que el acné también puede ser un indicio de un desequilibrio lipídico? La piel grasa se suele caracterizar por un exceso de ácido oleico. Y esto, a su vez, hace que el sebo sea más “densa”, aumentando las posibilidades de obstruir los poros y provocar granos. Por eso, en muchos casos, el acné mejora al incorporar en nuestra rutina un aceite o producto rico en ácido linoleico. (Recomendamos: Intelligent Frontier Facial Oil)
Aprende a mantener fuerte tu barrera cutánea
Cuidar el equilibrio lipídico de tu piel es esencial para conservar una piel sana y radiante. Aquí hay algunos consejos para mantener la función barrera fuerte:
- Utilizar productos para el cuidado de la piel suaves y nutritivos, que aportan lípidos clave. Es importante no abusar de ingredientes agresivos como los ácidos exfoliantes y evitar limpiadores agresivos que eliminan los lípidos naturales.
- Tener cuidado con productos que contengan alcohol o fragancias si eres de piel sensible. Pueden irritar tu piel y debilitar la barrera lipídica.
- Mantener la piel hidratada con una crema hidratante que contenga ingredientes que ayuden a fortalecer la barrera protectora.
- Proteger la piel a diario del sol con un protector solar o SPF de amplio espectro.
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