Sabemos que sentirse bien repercute en mantener una buena salud tanto por dentro como por fuera. Cuando sufrimos de estrés, el cuerpo nos habla (y, ¡a veces a gritos!). Por eso, no es de extrañar que el estrés también se manifiesta en la piel y es uno de los aspectos que más huellas negativas puede dejar en ella.
TIPOS DE ESTRÉS QUE AFECTAN LA PIEL
Son varias las agresiones externas que pueden llegar a afectar y debilitar la delicada estructura de la piel como las de tipo climático, mecánico o químico (sol, polución, luz azul de las pantallas, cambios bruscos de temperatura o productos cosméticos excesivamente agresivos o exfoliantes). Por otro lado, alteraciones hormonales, patologías, mala alimentación, falta de descanso, algunos medicamentos y tensiones de tipo psicológico también causan estragos.
ESTRÉS EPIDÉRMICO
El estrés tiene un impacto negativo para la salud de nuestra piel, agravando patologías ya existentes como eczema o psoriasis e incluso dando lugar a nuevos problemas cutáneos. En estados de estrés, nuestro organismo – como mecanismo de defensa – produce cortisol. Niveles elevados de esta hormona disminuyen la capacidad funcional de nuestro sistema inmunitario afectando la piel a diferentes niveles.
SÍNTOMAS DEL ESTRÉS EPIDÉRMICO
MÁXIMA SEQUEDAD – El exceso de cortisol provocado por el estrés afecta a la funcionalidad de la barrera de la piel, aumentando la perdida de agua transepidérmica y disminuyendo notablemente la capacidad de ésta de retener agua.
ROJECES E IRRITACIÓN – El estrés provoca rojeces y es responsable que la piel esté más irritada. La explicación está en que nuestro organismo libera más histamina, y esta es la hormona responsable de la irritación. Los episodios graves o prolongados en el tiempo de estrés se pueden provocar patologías cutáneas como la rosácea o el eczema. Y si ya se padecen, éstos empeoran.
ACNÉ ADULTO – Se debe a que hay un desequilibrio entre las cepas de bacterias buenas y malas. Esta es una de las causas del acné adulto, y suele aparecer en la zona de alrededor de la boca y la barbilla.
TONO APAGADO – Si tu piel ha dejado de mostrarse luminosa, puede ser como consecuencia del estrés. Nuevamente, el cortisol tiene la culpa. En este caso hace que la piel se renueve más lentamente dando paso a un tono más cetrino, opaco y apagado.
MÁS ARRUGAS – El estrés y las preocupaciones también pasan factura en forma de arrugas. De forma indirecta, expresiones como fruncir el ceño, la rigidez de los músculos faciales y el efecto de la gravedad hacen que la piel pierda firmeza y que las líneas de expresión existentes sean mas evidentes.
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