Es tan familiar por ser práctica, cómoda y además se encuentra en todas partes… Pero realmente ¿sabemos qué es el agua micelar y cómo funciona? Y lo más importante, ¿su uso continuado qué impacto puede tener sobre la piel? Para que puedas sacar tus propias conclusiones, hoy explico todo a nivel formulativo sobre este producto estrella del mundo ‘beauty’…
Esta semana fui entrevistado por la maravillosa Cristina Mitre, en su podcast entre otras cosas, hablé de la problemática a nivel formulativo del agua micelar. Con ello no quiero demonizar esta categoría de productos, siempre he dicho que el consumidor manda y elige lo que le sienta bien a su piel. Han sido muchos los comentarios recibidos durante los días sucesivos, por eso me he animado a exponer mis argumentos sobre el tema. ¿Qué es el agua micelar? El agua micelar en realidad se trata de una mezcla de agua y tensioactivos (jabón) aunque el nombre suene mucho más científico. El concepto es maravilloso, por un lado asociamos el agua con algo delicado y puro, y por otro lado, la palabra micelar nos suena a algo tecnológico, avanzado e innovativo. En química cosmética los tensioactivos tienden a agruparse en el agua, formando unas esferas, llamadas micelas, de aquí el nombre. No es limpieza todo lo que reluce En las clases que imparto en la Universidad de Siena siempre desafío a los estudiantes a que me “conquisten” con una buena formula de agua micelar. Este “reto” aparentemente fácil, encuentra muchas dificultades por el camino. Por un lado, debe de ser eficaz en su función de limpieza, eliminando maquillaje obstinado, suciedad y restos de contaminación, por otro lado, debe de ser delicada, teniendo en cuenta que la aplicamos sobretodo alrededor de los ojos. Pues bien, a diferencia de la mayoría de los productos de belleza que se formulan al pH de la piel, ligeramente ácido (alrededor de 5), las aguas micelares se deben de formular a un pH similar al lagrimal del ojo (valor = 7,4). Aquí ya tenemos el primer problema, para la zona de los ojos el pH es genial, pero para el resto de la cara no tanto, de hecho, hay estudios que demuestran que la aplicación de productos con un pH elevado afecta la elasticidad e hidratación de la piel. Con este pH más alto de lo normal, la conservación del agua micelar es más complicada, ya que los conservantes naturales funcionan solo a valores más bajos y a pH=7,4 la elección es más limitada. Otro problema llega a la hora de elegir el tensioactivo (jabón) y su dosis, que arrastre la suciedad pero que al mismo tiempo no sea irritante. Las opciones son varias, de algunos tradicionales pasando a derivados de aminoácidos incluso naturales derivados del azúcar. La mala noticia es que a pesar de su origen todos son potencialmente irritantes. También está la alternativa de utilizar solubilizantes (que ayudan por ejemplo a mezclar sustancias que sería de lo contrario imposible sin ellos). Es cierto que funcionan bien a la hora de eliminar maquillaje y no son tan irritantes, pero dejan un cierto residuo en la piel para nada agradable. Como veis, no es un camino fácil preparar un agua micelar, pero si habéis encontrado una formula que se ajusta a vuestras necesidades y vuestra piel responde bien, ciertamente no seré yo el que se cuele en vuestros baños para eliminar de vuestra rutina esta categoría de producto (¡pero sí que recomiendo enjuagarte la cara siempre después de su uso!).
Para escuchar el podcast de Cristina Mitre, ¿Natural siempre es mejor? (Episodio 93) a continuación os dejo el enlace:
http://www.thebeautymail.es/cosmetica-natural-clean-beauty-sin-toxicos/
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